Después de más de 10 días de protestas contra el gobierno, Haití parece haberse alejado un poco del caos.
Hay una tensa calma esta semana, informa Kristi Gleason del ministerio Bethany Christian Services. “Las cosas se han calmado lo suficiente como para permitir que las personas salgan de sus casas para reabastecerse, obtener agua, tomar un poco de respiro, pero lo que escuchamos en el terreno y lo que estamos viendo es una tensa pausa y la gente está esperando que las cosas vuelvan a empeorar”.
Las protestas comenzaron el 7 de febrero, coincidiendo con el segundo aniversario del mandato del presidente Jovenal Moise. La gente salió a las calles, frustrada por el empeoramiento de las condiciones de vida, la inflación se disparó y hubo escasez de alimentos y combustible.
Las manifestaciones han paralizado todos los negocios privados y gubernamentales en la capital de Puerto Príncipe y en las provincias. En algún momento, éstas se tornaron violentas y siete personas perdieron la vida.
Gleason explica que cuando no hay seguridad en las calles los funcionarios de su ministerio deben sopesar la situación y valorar “si es seguro para nosotros estar en el auto, salir y seguir visitando familias, entonces sí, seguimos haciéndolo. Tenemos personal que aún no ha podido ir a la oficina porque no ha sido seguro, y mucho menos, ir al campo y apoyar a las familias que normalmente apoyamos”.
Durante 12 años, el enfoque de Bethany Christian Services en Haití ha ayudado a mantener a los niños en familias a través de servicios de cuidado con la ayuda de las iglesias locales y el gobierno haitiano.
Dado que las poblaciones a las que asisten se encuentran entre las más vulnerables de Haití, una interrupción en los servicios es devastadora, explica Gleason. “Esto está afectando las vidas de las familias porque no están recibiendo los suministros que necesitan, ni el apoyo que necesitan para mantener a sus familias unidas”.