Tal parece que la “luna de miel” entre el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y la llamada “bancada evangélica” en el Congreso del país, va llegando a su fin. Recientemente se ha conocido que algunas iniciativas impulsadas por el mandatario no han sido respaldadas por los legisladores evangélicos.
De todos es sabido que Bolsonaro llegó al poder en Brasil, en gran parte gracias al apoyo de pastores y líderes de iglesias. Era de esperarse que al asumir la presidencia el mandatario contara con el respaldo en el Congreso de la poderosa “bancada evangélica”. Se trata de un grupo de unos 200 legisladores en la Cámara Baja, compuesta de 513 diputados.
El grupo de congresistas cristianos jugó un rol clave en la destitución de Dilma Rousseff en 2016, salvó al exmandatario Michel Temer de un juicio político en 2017, ha frustrado una serie de proyectos LGBT y de aborto libre y ahora pone en peligro la principal propuesta de Bolsonaro: flexibilizar la portación de armas.
El decreto firmado por el presidente y publicado la semana pasada amplía considerablemente la portación de armas para un conjunto de 20 profesiones, habitantes de propiedades rurales, propietarios y dirigentes de clubes de tiro.
Recientemente el diputado y pastor Sargento Isidorio se manifestó en contra del decreto en el pleno de la Cámara de Diputados. La protesta fue poco convencional al acostarse en el suelo con la ropa manchada de rojo y un arma falsa en la mano. “Derramar sangre, ¿Eso es lo que quiere el gobierno? Nosotros queremos la paz, nosotros defendemos la vida”, exclamó Isidorio.
Según una fuente dentro del Gobierno brasileño consultada por Evangélico Digital, los evangélicos aspiraban a ocupar cargos públicos y ministerios, pero Bolsonaro se los negó. La oposición a este tipo de proyectos sería la forma de cobrarle de vuelta al mandatario.
Por su parte, Luis Gustavo Teixeira da Silva, doctor en ciencias políticas de la Universidad de Brasilia, dijo al periódico El Mercurio que la decisión de rechazar el decreto presidencial “puede conducir a una ruptura de la base parlamentaria del mandatario, fundamental para la aprobación de su agenda prioritaria”.